Esta semana ha traído consigo un hito en materia de astronomía, y para ir acordes a la ocasión, he aquí otro compilado de imágenes del cosmos:
Arrancamos como es menester, con la primera imagen que podemos tener de un agujero negro, el cual se encuentra en el centro de la galaxia M87, también llamada Virgo A, por encontrarse en el famoso Super Cúmulo de Virgo. Una red de varios telescopios terrestres denominados en conjunto como el "Telescopio del Horizonte de Eventos" (entre los cuales se encuentra el Telescopio Alfonso Serrano, que se ubica en Puebla), trabajando en conjunto gracias a un algoritmo desarrollado por la experta en informática Katherine Bouman, es la responsable de lograr esta imagen. La imagen en sí no es una fotografía como tal, es el resultado de mediciones en longitudes de onda milimétricas, entre otras.
Lo que vemos en el centro es la sombra del agujero negro, pues ni la luz escapa a él, se trata de un agujero particularmente supermasivo, que según estimaciones, tiene un diámetro de unos 40,000 millones de kilómetros, o por decirlo de alguna manera, tooooodo el Sistema Solar cabe perfectamente en esa zona oscura. Alrededor de ella vemos un disco de luz que es la que emiten los cuerpos que se encuentran más allá del agujero negro, y es que la gravedad es tan fuerte que puede curvar la luz, dando como resultado ese halo brillante, distinguimos una zona más brillante que corresponde a la luz que "viene" hacia nosotros.
Entre el halo brillante y la zona oscura está el famoso Horizonte de Eventos, esa zona donde toda forma de energía y materia es finalmente atrapada por el agujero negro, empieza a girar a velocidades extraordinarias y a "espaguetizarse", hasta que finalmente entra en una espiral sin retorno, para entrar en la singularidad del hoyo negro, y nunca más volver.
Magistral toma de un "moai", una de las icónicas esculturas de la Isla de Pascua, con la constelación de Orión al fondo.
Gemínida. Meteorito haciendo su entrada suicida a la atmosfera terrestre. El nombre le viene por el sitio de su aparente entrada desde nuestro punto de vista: la constelación de Géminis.
Ceres es un planeta enano que orbita por entre el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Hace un par de años el orbe fue visitado por la sonda espacial Dawn de la NASA; y que fue responsable de algunas espectaculares tomas, como el Ahuna Mons, o Monte Ahuna, el cual tiene 6 kilómetros de altura y su origen es una incógnita habida cuenta que es un pico único y no hay evidencia de vulcanismo en el planeta.
Otra gran imagen de Ceres es esta que nos muestra una de las dos grandes manchas brillantes que se observaron desde la sonda espacial, por ahora estudios en espectrometria permiten establecer que las manchas son en realidad cúmulos de sales de magnesio y carbonatos.
Vamos a nuestro vecino: Marte, aspecto de su superficie.
Una miradilla al polo norte marciano, que nos permite ver estas espirales formadas por el depósito de hielo y el efecto de los vientos.
IC805, o como forma indica, la Nebulosa del Corazón. Ubicada a unos 7500 años luz de nuestras cabezotas, ubicada en la constelación de Cassiopea. Es una nebulosa de emisión, puesto que su brillo proviene de grandes cantidades de hidrógeno ionizado.
La Pequeña Mancha Roja, que al igual que su hermana mayor (La Gran Mancha Roja, obviamente), son tormentas aisladas que giran en sentido contrario a los vientos de la zona. La Pequeña Mancha Roja se formó en realidad de la unión de 3 pequeñas tormentas ovales que pueden rastrearse hasta principios del siglo XX, y a principios del XXI empezó a tornarse roja.
El Sol, nuestro astro rey en toda su magnificencia, gracias al empleo de telescopios ultravioletas, ni el tránsito de Venus de 2012 puede opacarlo. Un tránsito en términos astronómicos es cuando un planeta pasa entre el Sol y la Tierra, en el caso de la imagen es Venus, cuyos tránsitos ocurren en pares de 8 años, separados por otros 110-120 años. El más reciente par de tránsitos fue el de 2004-2012, de este último tomé unas improvisadas fotos con lo que tuve a la mano.
Otro par de tránsitos venusinos fue el de 1874 y 1882. El primero de ellos fue particularmente importante puesto que mediante simples cálculos trigonométricos se pudo estimar la distancia aproximada entre la Tierra y el Sol. En esto contribuyó notablemente una comisión científica mexicana, cuya reseña fue tema de un libro del Fondo de Cultura Económica, del cual en este blog previamente publiqué algo aquí y aquí.
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