Este próximo 5 y 6 de junio ocurrirá uno de los fenómenos mas esperados por la comunidad astronómica: el transito del planeta Venus frente al sol.
Un tránsito astronómico es el paso de un objeto celeste frente a otro visto desde la Tierra, en este caso el sol, los eclipses, por ejemplo, son una clase especial de "tránsitos", pues después de todo, la luna opaca completamente al sol, mientras que el tránsito de Venus se verá como un pequeño punto en el orbe solar.
Con motivo de tal evento, conviene recordar que la primera expedicion científica mexicana fuera del pais fue en 1874, con motivo de otro tránsito venusino, esta se recoge en el libro “Odisea 1874, o el primer viaje internacional de científicos mexicanos”, libro de astronomía que curiosamente, es de lo que menos habla, forma parte de la gran colección “La Ciencia Para Todos” del Fondo de Cultura Económica (FCE), que recomiendo ampliamente..
Este librito llegó a mis manos como parte de una "turbia transacción" con mi escuela preparatoria, de la cual obtuve temporalmente una gran cantidad de libros de esta colección, se nos había asignado un libro a cada estudiante para hacer una reseña y entrar a un concurso del FCE, no quedó claro nunca si fueron prestados o vendidos, ya que se nos cobró el importe y después se nos regresó el dinero, en tanto se decidía que hacer con los cerca de 50 libros, tuve que custodiarlos por un tiempo, no obstante, la escuela jamás me los pidió de vuelta, y muchos los obsequié a mis compañeros, quienes originalmente los habían leído, otros nunca me los pidieron, y por ahí están en mi acervo.
El libro, en el que se recogen las vivencias de la expedicion científica mexicana, es un libro de astronomía, pero que no habla de astronomía, en cierto modo es como “Cazadores de Microbios”, donde más que hablarnos de microorganismos, aprendemos de la vida y las personalidades de los cientificos. En “odisea 1874” aprendemos de unos mexicanos que cruzaron el mundo, conocieron nuevas culturas, y se vieron envueltos en las cuestiones filosóficas y politicas que tanto se meten con la ciencia.
No obstante el autor nos explica en un anexo el método para calcular la distancia entre la Tierra y el Sol, en realidad es simple si se sabe algo de trigonometría, o se dispone de una calculadora científica, actualmente es tan barata como 50 pesos.
ANTECEDENTES
Venus es un planeta interior respecto de la Tierra, en ocasiones su movimiento alrededor del Sol lo lleva a una posición que, visto desde la Tierra, se le observa cruzar lentamente el sol; apareciendo sobre éste como un pequeño círculo oscuro.
El patrón temporal que sigue este evento es muy peculiar; ocurre en pares separados por ocho años. Ambos ocurren en junio o en diciembre. Después pasan más de 100 años antes de que vuelva a presentarse otro par de tránsitos, habiendo siglos, como el XX, en los que no hubo tránsito.
Los últimos tránsitos venusinos ocurrieron el 6-Junio-1761 y 3-junio-1769, el siguiente par fue el 9-diciembre-1874 y 6-diciembre-1882. Actualmente nos encontramos en el par 8-junio-2004 y el 6-junio-2012, el próximo par de tránsitos será el 11-diciembre-2117 y 8-diciembre-2125.
En 1716 un tal Edmund Halley, quien demostró los pasos periódicos de cierto cometa alrededor del Sol cada 76 años, presentó en la Royal Society de Londres un nuevo método para determinar la paralaje del Sol, o su distancia desde la Tierra, en el que mostraba cómo podría conocerse esa distancia haciendo mediciones muy exactas del tiempo de inicio y fin de un tránsito del planeta Venus frente al disco solar, con observadores ubicados en diferentes partes de la Tierra.
Dos observadores en diferentes puntos de la Tierra, digamos a y b, verán ocurrir el tránsito desde un ángulo diferente, el observador en el punto a verá que Venus se mueve a lo largo de la cuerda mm, mientras que el del punto b lo verá en la cuerda nn'. Puesto que las cuerdas mm' y nn' no son iguales, los observadores instalados en los puntos a y b medirán diferentes tiempos para la entrada y salida de Venus del disco solar.
La distancia entre las dos cuerdas se denomina VaVb, es realmente la que se medirá durante el tránsito, siendo el objetivo principal de la observación.
Esta distancia forma la base de un triángulo cuyo vértice es Venus y cuyos lados prolongados van a terminar sobre la Tierra en los lugares ocupados por los observadores.
Venus será, pues, el vértice común de dos triángulos, uno de los cuales tiene su base en el Sol, siendo la del otro la distancia de los dos observatorios terrestres. Estos triángulos son semejantes y sus dimensiones son proporcionales. Por consiguiente, la relación existente entre las distancias de Venus a la Tierra y al Sol será tambien proporcional.
Conociendo la distancia entre los observadores a y b, y empleando razones trigonométricas, podemos calcular la distancia entre Venus y la Tierra, y como tambien conocemos la distancia entre las 2 cuerdas, podemos calcular la distancia entre el Sol y Venus, lo único que nos queda, es sumar las distancias entre Tierra, Venus y el Sol. Así sabremos la distancia entre la Tierra y el Sol.
La observación del transito de Venus sería usada pues, como referente en el cálculo de dicha distancia, que hasta entonces no se sabía. El método se aplicaría durante los tránsitos de Venus de 1761 y 1769, los astrónomos estaban convencidos de que les permitiría establecer definitivamente la distancia Sol-Tierra, lo que a su vez permitiría conocer las dimensiones correctas del Sistema Solar
PLANEACION
Los países "avanzados" de ese entonces prepararon con anticipación las expediciones que habrían de ir a la zona donde sería visible el fenómeno en 1874. El gobierno mexicano también nombró una comisión que instalaría dos campamentos de observación en algún lugar de Asia, donde sería visible el fenómeno.
Además de la justificación científica para realizar esa expedición, se insistió que, como prueba de la madurez que se había alcanzado después de triunfar sobre los conservadores y sus aliados extranjeros (en 1874 el país venía saliendo de la Guerra de Reforma y de la Intervención Francesa), México debía contribuir en tan noble y desinteresada misión, la cual aportaría información que aumentaría el conocimiento de la humanidad.
No faltaron opositores. Se dijo que la situación económica del país no estaba en condiciones de pagar un viaje costoso sólo para que algunos individuos fueran hasta el otro lado del mundo y ver un planeta.
Diaz Covarrubias |
El ingeniero Francisco Díaz Covarrubias se había distinguido como educador y científico. Sus predicciones sobre la ocurrencia de eclipses, basadas en cálculos matemáticos muy rigurosos, habían demostrado su capacidad en esta área; además, entre enero y junio de 1863 instaló el primer observatorio astronómico oficial que existió en el México independiente, en Chapultepec.
Por iniciativa de algun diputado que convenció al Presidente Lerdo de Tejada, el 11 de septiembre de 1874, éste llamó a Diaz Covarrubias, le hizo dos preguntas: ¿había en México personas capaces para realizar con éxito la observación del tránsito?, y de ser así, ¿había instrumentos adecuados y disponibles en el país? Diaz Covarrubias dijo a ambas que sí.
Planear un viaje desde México hasta algún punto de Asia u Oceanía no era fácil en aquellos días. Además de los problemas inherentes a todo viaje, se presentaba la dificultad de transportar de manera segura los delicados instrumentos que habrían de utilizarse.
Acapulco, puerto tradicional para viajar al Oriente, era el lugar idóneo para embarcarse hacia las lejanas tierras que intentaban visitar. Sin embargo la falta de caminos entre ese puerto y Ciudad de México, así como la falta de barcos confiables que partieran en fecha próxima hacia esos sitios, obligaron a Díaz Covarrubias a tomar otra ruta.
Aprovechando que desde 1873 se había terminado la ruta del Ferrocarril México-Veracruz, (y posiblemente inspirado por la reciente novela “La vuelta al mundo en 80 días” de Jules Verne) decidió que lo más práctico sería viajar Veracruz y de ahí embarcarse a Nueva York, desde donde cruzarían en tren Estados Unidos, para llegar a San Francisco, California y tomar un barco a Asia. Un viaje más largo que el de México a Acapulco, pero dadas las condiciones del país, era más rápido ese recorrido a través del territorio estadounidense.
Finalmente la comisión quedó integrada por las siguientes personas: ingeniero Francisco Díaz Covarrubias, como presidente y primer astrónomo de la Comisión; ingeniero Francisco Jiménez (quien había luchado y fue capturado en la batalla de Chapultepec en 1847, en la supuesta gesta heroica de los Niños Héroes), sería el segundo astrónomo; el ingeniero Manuel Fernández Leal, topógrafo y calculador; ingeniero Agustín Barroso, calculador y fotógrafo, e ingeniero Francisco Bulnes, cronista y calculador.
Díaz Covarrubias calculó que el tiempo que tardaría el viaje total hasta Pekín, lugar escogido como posible punto para la instalación del observatorio mexicano, sería de dos meses. Si lograban salir de la capital de la República el 17 de septiembre y no había ningún contratiempo, el 12 de noviembre podrían estar en China, un mes antes de que ocurriera el paso de Venus.
En el México de fines del siglo XIX, no existía una tradición científica y la mayoría de las personas cultas no sabían lo que significaba desarrollar un trabajo científico (en pleno siglo XXI seguimos igual!!!), si la Comisión fallaba, fuera por la razón que fuera, se prestaría a fuertes críticas contra el presidente Lerdo de Tejada y todos aquellos que promovieron y apoyaron la creación de la Comisión mexicana, además de que seguramente sería la muerte política, y académica, de los cinco científicos.
¿Realmente era necesario realizar viajes tan largos y peligrosos para obtener un dato astronómico? ¿Se justificaba que el país, en medio de una crisis económica y política, destinara grandes recursos para que un grupo de científicos mexicanos fuera a obtener datos que no tendrían ninguna aplicación práctica inmediata?
EL VIAJE
Iniciado el trayecto en el tren de México a Veracruz, nuestros viajeros encontraron al ingeniero Joaquín A. Gallo, inspector federal del ferrocarril, quien los invitó para que subieran a la parte delantera de la locomotora, casi a ras de los rieles, con el fin de admirar en toda su magnitud el paisaje y, sobre todo, las grandes obras de ingeniería llevadas a cabo para que el tren cruzara sobre ríos y montañas. Díaz Covarrubias describió la vía como una serpiente que “se adhiere por instinto a todas las escabrosidades de las rocas, cual si buscase en ellas mil puntos de apoyo para no caer. De trecho en trecho un profundo barranco le corta el paso y entonces salta, por decirlo así, de un borde al otro, pues los ligeros puentes de hierro cuyas esbeltas columnas casi se pierden ante la robustez de aquella naturaleza, no parecen capaces de suministrar ni una línea de apoyo al pesado tren”
El Viaducto "Infiernillo", magna obra de ingeniería en el Ferrocarril México-Veracruz |
La primera dificultad fue que en Veracruz había una epidemia de vómito negro (fiebre amarilla), por lo que prefirieron quedarse en Orizaba a esperar un barco que los llevara a New York, el barco fue el francés Caravelle, que haría escala en la Habana, Cuba. Ahí transbordaron al vapor Yazoo, que iba a Filadelfia y de ahí continuaron por tren a NewYork.
Son interesantes las descripciones de Francisco Bulnes sobre la sociedad americana:
“En este océano humano perpetuamente enfurecido, se desarrollan lentas ondulaciones que se rompen en construcciones colosales o se deshacen en las avenidas. Un ruido continuo y confuso de pasos, de rozamientos, de choques y de palabras breves y significativas, asciende a esa fila de habitaciones que van sobreponiéndose hasta colmar el abismo del vacío luminoso que dejan entre sí las cúpulas de vistosos palacios y las severas torres de los templos”.
New York en 1874 |
Luego abordaron el tren a San Francisco y atravesaron el país sin contratiempos. Llamaba la atencion un letrero en cada carro del tren: “se previene a los pasajeros contra los juegos de cartas con desconocidos. Con seguridad usted será robado si lo hace”
De ahí tomaron el barco Vasco da Gama hacia Yokohama, Japón, decidieron que este fuera su destino final en vez de Pekín, pues en ese entonces Japón y China estaban en guerra, y era mejor no arriesgarse cruzando el mar entre ambas naciones. Diaz Covarrubias nota “la franca hospitalidad que el ilustrado gobierno actual del Japón dispensa a los extranjeros; mientras que el de China, siempre intolerante y aun hostil para todo lo que viene de fuera” (lo vuelvo a decir: estamos en pleno siglo XXI, y las cosas siguen igual).
Así pues, Japón sería el sitio donde los mexicanos harían sus observaciones astronómicas.
HASTA AQUÍ ESTA PRIMERA PARTE DE ESTA RESEÑA, LA CONTINUACION DE EL APASIONANTE VIAJE DE LOS CIENTÍFICOS MEXICANOS AQUI: http://drsamuelbanda.blogspot.mx/2012/05/el-transito-de-venus-frente-al-sol-y-la_31.html
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