22 de diciembre de 1996, todo aquel que se diga fanático del Santos Laguna (y no de los que ahora van solo a hacerse la foto en el estadio), sabe que esta fecha marca un parteaguas en la historia del club. Era el primer torneo corto, el Invierno 1996, cuando el Santos se coronó campeón por vez primera.
Santos venía de ser un equipo "chico" por el que nadie daba un duro apenas tres años antes, modesto en personal y fondos, su máxima aspiración era no descender al final de cada temporada, luego el chileno Pedro García se hizo cargo de la dirección técnica y convirtió al club en el "Super Santos", que fue subcampeón en la temporada 1993-94. A partir de entonces el Santos se convertiría en un equipo de cuidado.
He aquí a ese plantel al inicio de la temporada, grandes nombres históricos de los que poco saben las nuevas generaciones tanto de jugadores como de aficionados, no los reconozco a todos, pero ahí estan, entre otros Benjamín Galindo, Adomaitis, Gabriel Caballero, Wagner de Souza, Saul Quiñones, Miguel España, Pedro Muñoz, Christian Montecinos, Gabriel de Anda, Nicolás Ramírez, Lupe Rubio, y desde luego, el que se se convertiría en el máximo referente histórico del club: Jared Borgetti, en su primera temporada. El director técnico era Alfredo Tena, el "Capitán Furia".
Aquel torneo Santos pudo presumir de tener dos excelentes porteros: el veterano Olaf Heredia estuvo al frente de los tres palos en la temporada anterior, sin embargo, una lesión lo fue marginando, y el argentino Jose Miguel Zavadlav, simplemente conocido como "el Gato" José Miguel, por su llamativo suéter, se adueñó de la titularidad y del aprecio de la afición.
El triste caso de Jorge Rodríguez. La contratación bomba del equipo al inicio de la temporada, seleccionado nacional, se esperaban grandes cosas de él, pero casi al final de la fase regular una epistaxis (hemorragia nasal) incontrolable lo obligó a abandonar el partido, inicialmente se pensó que padecía hepatitis, posteriormente se le hicieron estudios especializados, y se le diagnosticó con el Síndrome de Evans, una rara enfermedad autoinmune, donde el propio organismo genera anticuerpos dirigidos contra las plaquetas y glóbulos rojos. Rodriguez no terminó la temporada y tuvo que dejar el futbol.
Así se veía el pequeño e incomodo Estadio Corona el 22 de diciembre de 1996, abarrotado como nunca. Aquel escenario era temido por los rivales, a su pequeño tamaño había que sumar la cercanía de los aficionados locales que podían desanimar al futbolista visitante fácilmente, o distraerlo, y no hablemos del jugador número 13, el sol, Santos jugaba a las 4 de la tarde, cuando el calor era infernal.
A aquella final llegaba el poderoso Necaxa con ventaja de 1-0 en la ida, los dirigidos por Manuel Lapuente contaban en sus filas con lo más selecto que tenía el futbol mexicano en ese entonces: Nicolás Navarro, Luis Hernández, Ratón Zárate, García Aspe, Octavio Becerril, Lalo Vilches y por supuesto, el máximo referente de dicho club: Alex Aguinaga. Habían conseguido el título en la temporada 1994-95 y luego en la 95-96, iban por el tricampeonato y lucían imparables. Las apuestas los daban por campeones.
Aquel fue un gran partido que aún hoy puedo recordar a pesar de que apenas era un niño cuando ocurrió, aquí vemos a dos ídolos del club: Gabriel Caballero y Hector "el ruso" Adomaitis.
Siempre entrega y pundonor, las nuevas generaciones no conocerán en mucho tiempo a alguien como Pedro Muñoz, militó 10 largos años con el equipo desde sus inicios, lagunero además de nacimiento, siempre será un referente en la institución.
El Maestro, Benjamín Galindo venía desechado de Chivas, sin embargo en la Comarca agarró un segundo aire, probablemente el mejor 10 que ha tenido Santos en su historia, dotado de un toque privilegiado del balon, además de ser ambidiestro, algo cada vez más escaso en el fútbol mundial. Galindo regresó 10 años después al Club durante una época digna del olvido y Galindo no fue la excepción, sin embargo la vida da revanchas y por tercera vez estuvo en Santos, otra como DT, y en 2012 conquistó el cuarto título para el equipo. Hoy el Maestro Galindo sigue en la institución, pero ahora como auxiliar técnico.
Y he aquí el momento que lo cambió todo, a 7 minutos del final, Santos ganaba 3 a 2, pero el marcador global era de empate, Jared Borgetti ve su oportunidad cuando se manda un centro al área, y se eleva magistralmente por los aires en un claro fuera de juego que no marcó el árbitro Brizio.
Fracciones de segundo después, Gabriel Caballero y Christian Montecinos observan a un impotente Nicolás Navarro ser vencido por la palomita de Jared. A partir de ahí todo es historia...
Hoy me quiero ir con ésta que refleja mucho un polo totalmente opuesto de lo que es el club en la actualidad: Miguel España, un individuo que dejó más que blanquillos en la cancha, sale cargado en hombros por la afición, representada por un individuo cualquiera, tal vez un cholo de cualquier barrio bajo, tal vez alguien de poder económico, quien sea este anónimo afortunado, pudo cargar en su lomo a uno de sus héroes, quien aceptó sin moños el honor, sin hacerle alguna manifestación de soberbia o desprecio, como los jugadores actuales. Eso se llama identidad.
Hoy en día el Club Santos no es ni una sombra de ese club de 1996, aquél fue un equipo de hombres, algunos de ellos luchando contra condiciones adversas dentro y fuera de la cancha, muchos de ellos no eran las grandes luminarias, y lucharon contra la corriente de incredulidad. El equipo actual está lleno de estrellitas que cobran más por el nombre y nacionalidad con los que nacieron, que por el esfuerzo que hagan en el estadio, auténticos mariquitas que prefieren quejarse y lamentarse antes que componer las cosas que les corresponden.
Alguno de esos jugadores actuales, no se quién sería porque ni los conozco, afirmó que su único contacto con la ciudad se limitaba a ir de su casa en Senderos (el sector más opulento de Torreón) al mall de Galerías y de regreso, no más. Antaño quedaron los tiempos donde te topabas a Lupe Rubio formado para entrar a la Feria justo detrás tuyo, cuando comprabas la playera del equipo con Pedro Muñoz, o a cualquier otro jugador en la calle haciendo sus actividades cotidianas. Mas recientemente hemos visto a Oswaldo Sánchez bajándose a ayudar a personas cuyos carros se descomponen. Ver esos detalles de parte de los bultos actuales del club es improbable.
Del estadio, qué se puede decir, no pesa por varios factores socioeconómicos, pero lo cierto es que tampoco la afición es la de antaño, hoy el aficionado promedio que va al estadio TSM acude para tomarse la selfie, no va porque sienta los colores de un equipo, sino porque estar ahí es un indicador de estatus social y económico, prefiere estar atento al celular antes que arengar a sus supuestos ídolos, esos que hoy van al estadio en su gran mayoría saben poco o nada de aquellas generaciones de 1993 y 1996.
Es por estas razones que hoy yo no me identifico con el Santos Laguna, yo crecí con el Santos de 1996, ese que alcanzó la primera estrella, y que al menos para mí representa el estándar de oro al hablar del club, hoy les recordamos con nostalgia.
Santos venía de ser un equipo "chico" por el que nadie daba un duro apenas tres años antes, modesto en personal y fondos, su máxima aspiración era no descender al final de cada temporada, luego el chileno Pedro García se hizo cargo de la dirección técnica y convirtió al club en el "Super Santos", que fue subcampeón en la temporada 1993-94. A partir de entonces el Santos se convertiría en un equipo de cuidado.
He aquí a ese plantel al inicio de la temporada, grandes nombres históricos de los que poco saben las nuevas generaciones tanto de jugadores como de aficionados, no los reconozco a todos, pero ahí estan, entre otros Benjamín Galindo, Adomaitis, Gabriel Caballero, Wagner de Souza, Saul Quiñones, Miguel España, Pedro Muñoz, Christian Montecinos, Gabriel de Anda, Nicolás Ramírez, Lupe Rubio, y desde luego, el que se se convertiría en el máximo referente histórico del club: Jared Borgetti, en su primera temporada. El director técnico era Alfredo Tena, el "Capitán Furia".
Aquel torneo Santos pudo presumir de tener dos excelentes porteros: el veterano Olaf Heredia estuvo al frente de los tres palos en la temporada anterior, sin embargo, una lesión lo fue marginando, y el argentino Jose Miguel Zavadlav, simplemente conocido como "el Gato" José Miguel, por su llamativo suéter, se adueñó de la titularidad y del aprecio de la afición.
El triste caso de Jorge Rodríguez. La contratación bomba del equipo al inicio de la temporada, seleccionado nacional, se esperaban grandes cosas de él, pero casi al final de la fase regular una epistaxis (hemorragia nasal) incontrolable lo obligó a abandonar el partido, inicialmente se pensó que padecía hepatitis, posteriormente se le hicieron estudios especializados, y se le diagnosticó con el Síndrome de Evans, una rara enfermedad autoinmune, donde el propio organismo genera anticuerpos dirigidos contra las plaquetas y glóbulos rojos. Rodriguez no terminó la temporada y tuvo que dejar el futbol.
Así se veía el pequeño e incomodo Estadio Corona el 22 de diciembre de 1996, abarrotado como nunca. Aquel escenario era temido por los rivales, a su pequeño tamaño había que sumar la cercanía de los aficionados locales que podían desanimar al futbolista visitante fácilmente, o distraerlo, y no hablemos del jugador número 13, el sol, Santos jugaba a las 4 de la tarde, cuando el calor era infernal.
A aquella final llegaba el poderoso Necaxa con ventaja de 1-0 en la ida, los dirigidos por Manuel Lapuente contaban en sus filas con lo más selecto que tenía el futbol mexicano en ese entonces: Nicolás Navarro, Luis Hernández, Ratón Zárate, García Aspe, Octavio Becerril, Lalo Vilches y por supuesto, el máximo referente de dicho club: Alex Aguinaga. Habían conseguido el título en la temporada 1994-95 y luego en la 95-96, iban por el tricampeonato y lucían imparables. Las apuestas los daban por campeones.
Aquel fue un gran partido que aún hoy puedo recordar a pesar de que apenas era un niño cuando ocurrió, aquí vemos a dos ídolos del club: Gabriel Caballero y Hector "el ruso" Adomaitis.
Siempre entrega y pundonor, las nuevas generaciones no conocerán en mucho tiempo a alguien como Pedro Muñoz, militó 10 largos años con el equipo desde sus inicios, lagunero además de nacimiento, siempre será un referente en la institución.
El Maestro, Benjamín Galindo venía desechado de Chivas, sin embargo en la Comarca agarró un segundo aire, probablemente el mejor 10 que ha tenido Santos en su historia, dotado de un toque privilegiado del balon, además de ser ambidiestro, algo cada vez más escaso en el fútbol mundial. Galindo regresó 10 años después al Club durante una época digna del olvido y Galindo no fue la excepción, sin embargo la vida da revanchas y por tercera vez estuvo en Santos, otra como DT, y en 2012 conquistó el cuarto título para el equipo. Hoy el Maestro Galindo sigue en la institución, pero ahora como auxiliar técnico.
Y he aquí el momento que lo cambió todo, a 7 minutos del final, Santos ganaba 3 a 2, pero el marcador global era de empate, Jared Borgetti ve su oportunidad cuando se manda un centro al área, y se eleva magistralmente por los aires en un claro fuera de juego que no marcó el árbitro Brizio.
Fracciones de segundo después, Gabriel Caballero y Christian Montecinos observan a un impotente Nicolás Navarro ser vencido por la palomita de Jared. A partir de ahí todo es historia...
Hoy me quiero ir con ésta que refleja mucho un polo totalmente opuesto de lo que es el club en la actualidad: Miguel España, un individuo que dejó más que blanquillos en la cancha, sale cargado en hombros por la afición, representada por un individuo cualquiera, tal vez un cholo de cualquier barrio bajo, tal vez alguien de poder económico, quien sea este anónimo afortunado, pudo cargar en su lomo a uno de sus héroes, quien aceptó sin moños el honor, sin hacerle alguna manifestación de soberbia o desprecio, como los jugadores actuales. Eso se llama identidad.
Hoy en día el Club Santos no es ni una sombra de ese club de 1996, aquél fue un equipo de hombres, algunos de ellos luchando contra condiciones adversas dentro y fuera de la cancha, muchos de ellos no eran las grandes luminarias, y lucharon contra la corriente de incredulidad. El equipo actual está lleno de estrellitas que cobran más por el nombre y nacionalidad con los que nacieron, que por el esfuerzo que hagan en el estadio, auténticos mariquitas que prefieren quejarse y lamentarse antes que componer las cosas que les corresponden.
Alguno de esos jugadores actuales, no se quién sería porque ni los conozco, afirmó que su único contacto con la ciudad se limitaba a ir de su casa en Senderos (el sector más opulento de Torreón) al mall de Galerías y de regreso, no más. Antaño quedaron los tiempos donde te topabas a Lupe Rubio formado para entrar a la Feria justo detrás tuyo, cuando comprabas la playera del equipo con Pedro Muñoz, o a cualquier otro jugador en la calle haciendo sus actividades cotidianas. Mas recientemente hemos visto a Oswaldo Sánchez bajándose a ayudar a personas cuyos carros se descomponen. Ver esos detalles de parte de los bultos actuales del club es improbable.
Del estadio, qué se puede decir, no pesa por varios factores socioeconómicos, pero lo cierto es que tampoco la afición es la de antaño, hoy el aficionado promedio que va al estadio TSM acude para tomarse la selfie, no va porque sienta los colores de un equipo, sino porque estar ahí es un indicador de estatus social y económico, prefiere estar atento al celular antes que arengar a sus supuestos ídolos, esos que hoy van al estadio en su gran mayoría saben poco o nada de aquellas generaciones de 1993 y 1996.
Es por estas razones que hoy yo no me identifico con el Santos Laguna, yo crecí con el Santos de 1996, ese que alcanzó la primera estrella, y que al menos para mí representa el estándar de oro al hablar del club, hoy les recordamos con nostalgia.
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