La Zona del
Silencio. Enigmática zona al norte de México donde diariamente coexisten
extraterrestres, anomalías geomagnéticas, animales y plantas mutantes, civilizaciones subterráneas, carros
fantasma, inundaciones en medio del desierto, lluvias de meteoritos y almas de
más allá. O al menos eso es lo que pseudocientificos, “investigadores”,
conspirópatas, embaucadores y multitud de ingenuos desinformantes, creen sin
dudar. Qué gran mentira.
Ciertas veces de tanto en tanto suelen aparecer en este blog lo que denomino "posts estrella", sobre temas determinados que de pronto captan mi atención y mi tiempo de ocio, lo que me lleva a leer e investigar con cierto nivel de profundidad, y luego traigo los resultados a esta página. Pues bien, he aquí otro de ellos.
El presente trabajo es producto puramente de mi tiempo libre invertido en fuentes públicas de información histórica y especializada (aunque algunas son de paga), pero verdaderamente hay que escarbar en la internet para dar con tales fuentes, no he encontrado hasta ahora ningún sitio que relate completamente y a detalle qué pasó en aquella región. Así que se me ocurrió arrojar un poco de luz en medio de la oscuridad condensando toda esa información dispersa en una sola fuente, con el propósito de tener por primera vez una referencia fiable apegada lo más posible a la verdad de los hechos. Hasta hace unos días no se me ocurría cómo nombrar estas entradas sin que sonara como un título periodiquero, así que tomando por inspiración a Diaz del Castillo y su Historia Verdadera de la Nueva España, he decidido plagiar su título para mis propios fines.
Antes de entrar
de lleno, le invito a leer esta entrada publicada en el blog “El Retorno de los
Charlatanes”, donde Mauricio José Schwarz despedaza el folklor de la Zona del
Silencio, con un inteligente humor lleno de ironía.
Pero, ¿cómo
creció y se expandió en tan pocos años esta leyenda urbana?, ¿qué pasó
realmente en aquel lugar que ha disparado la imaginación colectiva? Pues bien, este
2016 el mito cumple 50 años de existencia, y concretamente este 11 de julio se
conmemoran 46 años del evento detonante: la caída de la etapa final de un
cohete Athena que falló en su vuelo, y la misión de rescate consiguiente desde
Estados Unidos, país de origen del artefacto.
EL PROYECTO
ATHENA
Década de los 70’s:
la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética está en su apogeo, los
norteamericanos ganaron la carrera a la Luna en 1969, pero la competencia espacial
no se detiene en otros campos. Ambas naciones mantienen programas de misiles
balísticos intercontinentales para disuadirse entre sí, y desde luego el
armamento debe ser constantemente perfeccionado como respuesta a las mejoras
que el rival hace a sus propias armas.
Es en este
contexto que podemos entender la existencia del programa Athena RTV (Re-entry
test vehicle), se trataba de un proyecto conjunto entre la Fuerza Aérea de
Estados Unidos (US Air Force, USAF), y el Ejército (US Army), fue una serie de
cohetes experimentales (y con ese carácter experimental debemos entender que
pueden tener un cierto número de fallas), cuya finalidad es evaluar parámetros
y probar innovaciones tecnológicas que después se van a integrar a los misiles
balísticos en desarrollo.
Los Athena RTV eran
cohetes diseñados para
simular la reentrada de los proyectiles intercontinentales en la atmósfera, el
proyecto empezó en 1964. Los fabricaba la empresa Atlantic Research Corp., como
contratista de defensa. Constaban de cuatro etapas y un cono final, impulsadas
por motores llamados Pedro Recruit-1, Castor-1, Journeyman 0, Alcor y Alcyone,
todos ellos accionados a base de propelentes sólidos. Normalmente su peso
completo era de unas 16 mil libras (7.3 toneladas), medían unos 15 metros de
altura, por 80 cm de grosor, más las respectivas aletas estabilizadoras.
Estaban diseñados para alcanzar una altura promedio de 200 Km, y una velocidad máxima
de 6,700 m/s (aproximadamente Mach 20), esto los llevaba a describir un arco
parabólico y caer a unos 760 Km del sitio de lanzamiento tras unos 8 minutos de
viaje.
Esquemàtica de un cohete Athena |
Un total de 142
Athenas fueron lanzados hasta 1977 cuando el programa finalizó. 23 fueron
considerados fracasos, lo cual le da una tasa de éxito de un 85%, aceptable si
tenemos en cuenta la calidad de “experimental” del proyecto.
El sitio de
lanzamiento era el Complejo Green River, ubicado en Utah. Los cohetes eran
lanzados de madrugada en dirección al sur, el recorrido se seguía por radar y de
modo visual, controlando la separación y caída de las etapas previas, hasta que
la etapa final caía en una zona desértica especial en White Sands, Nuevo
México. Las poblaciones cercanas a la zona de paso a menudo se deleitaban con
el espectáculo pirotécnico cortesía de las Fuerzas Armadas.
Complejo de lanzamiento en Green River, Utah |
Remanentes de cohetes y misiles en el campo White Sands |
EL ATHENA QUE SE
FUE
White Sands
celebró su 25 aniversario el día 9 de julio de 1970, al día siguiente estaba
previsto el lanzamiento de otro cohete Athena, aquél era el lanzamiento número
122, el cohete fue denominado Athena V123D, pero el clima no permitió el
lanzamiento, así que se pospuso para el 11 de julio. El propósito específico de
la misión era medir la desintegración de las cubiertas por el calor de
re-entrada, para tal fin a la etapa final del V123D se le colocaron un par de
esferas de Cobalto-57, un elemento radiactivo, contenidas en una caja, o
“capsula” de tungsteno.
Esferas con isòtopos radiactivos para su venta comercial, la de la izquierda es Co-57 |
El Cobalto 57 ( 57Co,
o Co57) es un isótopo radiactivo con una periodo de semidesintegración de 272
días (unos 9 meses), esto es, que ese tiempo la mitad de los átomos se habrán
desintegrado emitiendo radiación, el Co-57 se desintegra mediante un proceso
llamado captura de electrones, donde el núcleo “captura” uno de sus propios
electrones, lo fusiona con un protón y da lugar a un neutrón. Estos cambios
hacen que el núcleo reduzca en 1 su número atómico, y que se convierta en su antecesor inmediato en
la tabla periódica: el Cobalto se transforma en Hierro, en este caso el isótopo
Hierro-57, durante el proceso se genera además radiación gama y un neutrino.
Si bien la
radiación gama es la más peligrosa para la salud, una fuente de Co-57 hace que
el cuerpo humano absorba una dosis de 0.00004 mSv/hr (milisieverts por hora,
para comparar, una radiografía de tórax equivale a 0.1 mSv promedio). Es tóxico
en caso de inhalarse, aunque también lo es si se ingiere, manipula o se
introduce al organismo mediante heridas o punciones. La vida media biológica
del Co-57 dentro del cuerpo humano es de 9.3 días, se acumula en los pulmones y
se elimina por la orina, de hecho este isótopo radiactivo se usa en el "Test de Shilling", donde a una persona se le administra vitamina B12 marcada con Cobalto-57, a fin de poder verificar si el paciente tiene problemas en la absorción de la vitamina.
Sólo se requiere de una capa de plomo de apenas 1 mm de grosor para evitar la exposición.
Sólo se requiere de una capa de plomo de apenas 1 mm de grosor para evitar la exposición.
Volviendo al
punto de este post, en el cohete Athena V123D la radiación gama emitida por los
balines sería usada para valorar la integridad de los materiales del cohete, en una técnica conocida como Espectroscopía de Mössbauer, donde el Co-57 actúa como fuente de radiación gamma a fin de detectar los cambios a nivel atómico en los metales que forman la capsula del cohete.
El aparato despegó de Green River a las 0840 GMT (las 2:40 AM hora local).
El aparato despegó de Green River a las 0840 GMT (las 2:40 AM hora local).
Pero algo salió
mal esa noche.
La causa del
fracaso del V123D es algo que no ha podido ser demostrado concluyentemente, el
cohete ascendió según lo calculado y a la reentrada se perdió contacto radar y
telemétrico según lo previsto, pues el plasma formado en el reingreso impedía
las comunicaciones de manera momentánea.
El primer
indicio de que algo andaba mal ocurrió en las Montañas de San Andrés, al norte
de White Sands, ubicado justo en la trayectoria del cohete, y donde un incendio
se desató sobre el pasto de un camino vecinal, retrospectivamente se supo que
era combustible derramado por el Athena.
Pat Quinlan era
parte del personal en White Sands que vigilaba la trayectoria de los Athena, él
y otros compañeros solían asomarse desde su edificio para observar el reingreso
que ocurría a unos 45° sobre el horizonte. Aquella noche Quinlan no vio las
llamaradas de la llegada del cohete: la estela brillante apareció mucho más
arriba de lo esperado, casi verticalmente sobre su cabeza: el V123D se había
ido de largo y seguía su camino en dirección sur hasta perderse de vista.
El contacto se
reestableció y los datos de telemetría empezaron a llegar, esto permitió precisar
la dirección del Athena V123D una vez perdido el contacto visual, y por ende
también se pudo estimar el sitio donde el cohete pudiera haber caído: en algún
punto muy dentro de México.
No era la
primera vez que un cohete norteamericano caía en territorio mexicano: en 1947
un cohete Hermes II fue lanzado desde White Sands, pero cayó
accidentalmente en las afueras de Ciudad Juárez. Luego el 12 de septiembre de
1967, un misil balístico Pershing lanzado desde Black Mesa, Utah, tuvo un fallo
eléctrico e igualmente se fue de largo hasta tocar tierra en la Sierra de los
Pilares, ubicada a unas 10 millas de la frontera, al este de Ciudad Juárez, ambos
impactos causaron daños mínimos al ocurrir en zonas despobladas y hubo escasos
reclamos por parte del gobierno mexicano. Las misiones de recuperación de los
restos no fueron complicadas por ocurrir prácticamente en la frontera. El Ingeniero
californiano Carlos Bustamante estaba entre quienes rescataron el misil
Pershing siniestrado.
Se estimaba que
el V123D se habría estrellado por lo menos unas 150 millas (240 Km) dentro de
México, por lo cual la misión de recuperación iba a ser más complicada desde el
punto de vista humano y logístico, y se esperaba alguna escalada diplomática, pues
México mantenía buenas relaciones con la Unión Soviética y era posible que los
soviéticos no solo consiguieran los restos del V123D antes que los
estadounidenses, sino que aprovecharan el incidente para desencadenar una
confrontación. Carlos Bustamante, que hablaba perfectamente español y además
conocía muy bien el Programa Athena, fue despertado en la madrugada con la
orden de encabezar una misión de rescate tan pronto se negociara con el gobierno
mexicano.
ACTUALIZACION 2022: Una serie de 3 videos con entrevistas a expertos locales y nacionales, con nuevas revelaciones, puede ser vista aquí:
Documental 2022: serie de 3 videos
Dr. Samuel Banda, me gustaría entrevistarlo en torno a su investigación de la Zona del Silencio. ovnigonzalez@hotmail.com
ResponderEliminarCuando estaba en la primaria un niño me platicó que su abuelo encontró una nave espacial con un robot adentro que cayó cerca de su rancho, me imagino que eso era lo que me platicaba ...
ResponderEliminarGRan artículo señor.
ResponderEliminar