9:50 de la mañana del 16 de junio de 1914, el cañonero ARM Tampico se hunde tras sucumbir a los ataques del cañonero ARM Guerrero, cerca de las costas de Altata, Sinaloa.
La imagen fue tomada desde una flota de navíos estadounidenses comandada por el USS Prebble, USS Perry y USS New Orleans, que navegaba de manera neutral, estamos en el conflicto conocido como Revolución Mexicana.
Aquel fue el final para uno de los más poderosos cañoneros de la Marina Federal Mexicana en la flota del Pacífico. Había sido construido en New Jersey a encargo del gobierno de Porfirio Díaz.
El 24 de febrero de ese año, este barco sufrió un motín, el Capitán Manuel Castellanos fue expulsado y en su lugar quedó el Tte. Hilario Rodriguez Malpica, quien simpatizaba con las fuerzas rebeldes que comandaba Álvaro Obregón.
El 24 de febrero de ese año, este barco sufrió un motín, el Capitán Manuel Castellanos fue expulsado y en su lugar quedó el Tte. Hilario Rodriguez Malpica, quien simpatizaba con las fuerzas rebeldes que comandaba Álvaro Obregón.
Es así que el grueso de la flota, comandada por el ARM Guerrero, decide ir a acabar de una vez por todas con el barco sublevado, al que cercaron en el puerto de Topolobampo, Sinaloa el 31 de marzo. La situación era desesperada para el Tampico y su nuevo capitán: con cañones averiados y fondeado, el ataque definitivo llegaría el 14 de abril, pero quiso la diosa fortuna que, desde los cielos apareciera una arma nunca antes vista: el avión.
Era el biplano "Sonora", pilotado por Gustavo Salinas y con Teodoro Madariaga, quienes se dirigieron al Guerrero y Madariaga dejó caer bombas a mano a la vez que Salinas maniobraba agilmente el endeble aparato volador. El horror de los marinos federales ante esta nueva tecnología debió ser tal, que el Guerrero emprendió la retirada.
Este episodio es tradicionalmente considerado como el primer combate aeronaval de la historia, era la primera vez en el mundo que el mar era dominado desde el aire, un avión decidía el destino de una batalla naval. Salinas y Madariaga se cubrieron de gloria ese día. Una reseña del combate puede leerse en este post.
Del 22 de abril al 10 de junio se hizo todo lo posible para reflotar al ARM Tampico, finalmente el cañonero salió de Topolobampo el 14 de junio con dirección a Mazatlán, donde seguiría su reparación pues una de sus dos calderas estaba estropeada. Sin embargo, a 30 millas náuticas, la caldera que lo mantenía en función también falló y lo dejó a la deriva, lo que permitió al Guerrero y la flota Federal acercarse una vez mas.
Pero el Tampico no volvió a tener tan providencial salvamento aéreo el 16 de junio, cuando finalmente el Guerrero lo cañoneó ocasionando un incendio y por fin el Tampico se hundió. Rodriguez Malapica se suicidó.
Ese día, tanto el Guerrero, como el Prebble, el Perry y el New Orleans, arriaron sus pabellones a media asta en honor del Capitán Rodríguez Malpica y sus hombres caídos. Con el hundimiento comenzaba a su vez otro drama humano: el barco tenía la misión de llevar suministros a la remota isla de Clipperton, donde había una guarnición mexicana, pues la soberanía de ese atolón era disputada por mexicanos, frances, ingleses y norteamericanos, la historia de los sobrevivientes de Clipperton ha sido contada en diversos libros.
Pues bien, 105 años tuvieron que pasar para que el Tampico volviera a ser visto por ojos humanos.
En estos recientes años surgió el interés por aquel combate aeronaval, de modo que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Marina Armada de México (SEMAR), lanzaron un proyecto conjunto para localizar al histórico barco, a cargo de un equipo integrado por el historiador Raúl Tapia Rosas, el fotógrafo Alberto Soto Villalpando y el arqueólogo Josué Guzmán Torres, quienes investigaron los registros militares de la época, mismos que compraron con testimonios de los pescadores de Topolobampo, definiendo una serie de coordenadas de búsqueda que luego fueron peinadas con la sonda multihaz del Buque de Investigación Oceanográfica ARM “Río Tecolutla” perteneciente a SEMAR. La tecnología multihaz trabaja por medio de un pin acústico emisor de sonidos que rebotan en grandes profundidades marinas y genera lecturas detalladas de los objetos que descansan en el lecho marino.
ARM Rio Tecolutla |
El doctor Roberto Junco Sánchez, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS), informó que, en la primera etapa, realizada del 30 de marzo al 2 de abril del año en curso, a bordo del ARM Río Tecolutla, se obtuvieron imágenes tridimensionales del fondo marino que revelaron la anomalía que pudiera corresponder al ARM Tampico, las dimensiones eran 60 metros de eslora por 10 de manga.
En ese primer registro visual se constató que el pecio del ARM Tampico guarda un deterioro considerable, por lo cual se tienen planeadas futuras inmersiones a fin de realizar modelos 3D que ayuden a su monitoreo.
En la segunda etapa, realizada del 8 al 12 de septiembre, con apoyo de una nave interceptora y un magnetómetro de SEMAR, los arqueólogos emprendieron un par de inmersiones a más de 40 metros de profundidad que confirmaron la identidad del naufragio.
Fue el pasado lunes 25 de noviembre cuando INAH y SEMAR anunciaron oficialmente el hallazgo. Una claraboya (parte de una ventana), fue rescatada cerca del sitio del naufragio, y será puesta en exhibición en el Museo Naval de la Armada de México, en Veracruz. Al momento la pieza está en etapa de preparación y será entregada al museo en diciembre.
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