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lunes, 24 de junio de 2024

Paren el Planeta de la Star Wars!!! Me quiero bajar!!!

Siento algo... una molestia que no sentía desde...

... desde la "película" pinchurrienta de ese infeliz director subvertidor de expectativas, o desde esa otra dizque "película" que "de algún modo" es su secuela. The Acolyte me ha hecho sentir lo mismo, un franco desencuentro con la querida saga espacial que creó Jorge Lucas.

A pesar de esos anteriores berrinches de fan llorón, me mantuve más o menos fiel a la marca: consumí bastantes novelas y cómics de la era Disney, ví las series y películas que han ido saliendo, pero creo que con esta nueva serie volvieron a cruzar una de esas líneas que dividen al fandom entre sí y con el estudio: The Acolyte no solo es un producto cínicamente woke, sino que esta vez le faltaron al respeto a la saga como nunca antes, y es más evidente que la agenda tiene prioridad sobre el entretenimiento, pues la serie está muy, pero muy mal escrita.

Ésta era una gran oportunidad, diegéticamente hablando: se ha explorado muy poco del siglo previo al Episodio I, tanto en el Universo Expandido como en la era Disney, y lo que nos prometieron era conocer mediante un thriller el ascenso de los Sith antes de la aparición de éstos en las precuelas, o quizá no fue eso lo que nos prometieron, sino lo que nosotros, los miembros del fandom tóxico, racista, misógino y maldoso, queríamos ver. 

Tal vez esta mala serie es en realidad lo que los fans esperábamos: bastaba con ver los nombres de los creativos para darnos cuenta de que íbamos a recibir otro producto deleznable lleno de agenda política. 
Pero como tiene a bien decir el hermano de Malcolm: no esperamos nada y aún así logran decepcionarnos.

De entrada, han desdibujado todo cuanto significaba ser el Chosen One: si la "película" final de la saga le quitaba a Anakin su propósito de traer el balance, ahora The Acolyte le resta mística a su simple existencia, convirtiendo la característica de ser concebido mediante la Fuerza en algo tan común y corriente como la habilidad de comprar un café del Oxxo. Para poner un ejemplo, imaginemos que de pronto, nos dicen que alguna civilización que existió mucho antes de Cristo era capaz de procrear mediante un poder sobrenatural análogo al Espíritu Santo, y entonces la idea de que Jesucristo es el Hijo de Dios se diluye tal como un azucarillo en el mismo café de la tienda donde nunca te despachan en la segunda caja.

De paso se ensañan también con el mérito del gran Darth Plagueis, ya que él era quien experimentaba con la creación de vida mediante la manipulación de los midiclorianos, ahora adivino que retconearán eso diciendo que lo que Plagueis hizo era simplemente tratar de redescubrir el espíritu preñalístico que tenían las tipas esas de la serie.

No obstante, la "serie" tenía sus propias oportunidades para despegar argumentalmente: la idea de que la protagonista tuviera una hermana gemela malvada y oculta puede ser muy trillada, pero si se hubiera manejado hábilmente podría habernos tenidos pegados a la pantalla; lamentablemente eso se resuelve apenas en el primer capítulo. Lo que pasa después lo aprendí en contra de mi voluntad puesto que ya no vi más capítulos: de pronto la gemela mala pasa a ser "buena" sin ninguna reflexión o "evento canon" de por medio, y la prota decide dejar de lado sus traumas, también así sin más, todo esto apenas a la mitad de la serie

The Acolyte da la impresión de ser un producto diseñado para un público aletargado que no puede mantener la atención más allá de lo que dura un tik tok: cada subtrama que plantea la "serie" se resuelve en menos de 2 minutos, lo que lleva a uno a preguntarse: ¿de qué trata The Acolyte entonces, si sólo son un montón de cosas que pasan una tras otra?.

Pero bueno, ése es mi capricho de fan treintón sentado frente al ordenador sin qué hacer, la verdad es que desde la "película" de ese infeliz director subvertidor de expectativas (que le reviente una hemorroide cada que respire) he pensado en bajarme del barco, pero ahí seguía al pie de cañón, pues productos como Mandalorian, Clone Wars 7 y en menor medida en Bad Batch me siguen gustando.

He visto decenas de ocasiones Rogue One, he revisitado de vez en cuando la última temporada de Clone Wars, y son incontables las veces que vi el episodio 16 de Mandalorian, pues me hizo volver a sentir aquella emoción de niño mirando la trilogía original. Hoy luce muy lejano aquel diciembre de 2020; con ese episodio la saga llegó a una cima que dudo que alguna vez vuelva a tocar.

A la gran mayoría de series que vinieron después de Mandalorian Ep.16 sólo las he visto una vez y ya. Lo mismo puedo decir de los cómics y novelas de Disney Star Wars: son productos para leerse sólo una vez y borrarlos sin pasar por la papelera de reciclaje, si no es que mandarlos a la basura física. Hace tiempo que dejé de consumirlos, si bien los últimos años fue por mera obligación de completista y no por un gusto verdadero. 

Hoy simplemente no tengo interés por ver The Acolyte. Me importa un reverendo cacahuate.

Así que me bajo de la Star Wars Disney... y no, mi infancia no está arruinada, pues sigo firmemente arraigado en la Star Wars Lucas, de la que siempre disfrutaré las 6 películas y la infinidad de productos del Universo Expandido: tan solo en este año estoy leyendo Fate of the Jedi, de la cual ya voy en el penúltimo libro, tiene un villano (la entidad conocida como Abeloth) que aunque está mal desarrollado, por lo menos se construye a partir del lore precedente, al cual respeta, y es un personaje mucho más interesante y desafiante que la mayoría de antagonistas que nos ha dado Disney en los últimos años; hey, a Abeloth sólo la puede derrotar la unión de los Jedi y los Sith!!!. 

Luego de eso seguiré con Crucible, que es la última novela de Star Wars en términos cronológicos, tal vez continúe con las novelas del Rogue Squadron, y después quien sabe, pues hay mucho, pero mucho contenido en el Universo Expandido que es infinitamente superior al "canon" Disney, contenido que me llevará toda la vida consumir. Mi afición por Star Wars no se acaba, sólo me bajo del barco hasta que dejen de capitanearlo unos payasos.

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