El siguiente es un ensayo que presenté hace un tiempo para una materia de Historia de la Medicina, y a propósito de la controversia que se desató en días pasados por lo de las batas, que a algunos de nosotros nos importa un comino, pues conviene recordar que la bata es un fómite, un vehículo inerte por el cual a menudo se propagan los gérmenes entre pacientes, por intermedio del personal de salud.
Sea como fuere el caso, esto me hizo recordar aquella etapa heroica de los cazadores de microbios, cuando el paradigma de la Medicina era que las enfermedades eran causadas por gérmenes, y en la que numerosas figuras dejaron su huella. Louis Pasteur y Robert Koch fueron dos de esas figuras, que para aquellos que se leyeron Cazadores de Microbios, de Paul de Kruif, tuvieron una amarga rivalidad.
La rivalidad Koch-Pasteur. Mas allá de Cazadores de Microbios
Cazadores de Microbios, del médico norteamericano Paul De Kruif, es sin lugar a dudas una de las publicaciones más influyentes en la historia de las Ciencias de la Salud, es un best seller y un must en la lectura de todo científico, una lectura que se puede hacer en la adolescencia debido a la fluidez natural y simpleza narrativa con la que De Kruif conduce los capítulos del libro.
No obstante, conviene señalar que estas mismas virtudes que nos ofrece el libro, también pueden ser dos puntos débiles para el lector crítico: De Kruif se toma algunas libertades creativas, en especial cuando construye las personalidades de los personajes históricos, lo que incluso llevó a que Ronald Ross, uno de los científicos retratados en el libro, descubridor del rol del mosquito en la transmisión del Plasmodium y que todavía vivía cuando Cazadores de Microbios vio la luz, protestó por la manera en que se le describió, y el capítulo de Ross no se publicó en Inglaterra, para evitar un conflicto legal.
En este sentido, hay dos grandes genios de la historia de la medicina cuyas personalidades fueron ampliamente romantizadas: el francés Louis Pasteur: el genio, perseverante, a quien si un experimento le salía bien rápidamente lo publicaba recibiendo amplia gloria, por el otro lado Robert Koch, alemán, odioso, antisocial, pero metódico y paciente. Paul de Kruif no solamente contrapone dos personalidades radicalmente distintas, sino que apenas nos atisba que se enfrentaron uno con el otro en busca de la máxima gloria científica.
Por cuanto hace a Pasteur, De Kruif lo describe como un genio innato que se guía por poco más que su instinto: sin tener más fundamento que una corazonada descubrió los gérmenes causantes de la fermentación del vino y la cerveza, para luego hacer una autopromoción desvergonzada de su éxito, incluso peca de soberbia al no aceptar las opiniones de quienes no compartían su punto de vista sobre sus hallazgos.
Lo mismo puede decirse de sus famosos matraces con cuello de cisne, con los que finalmente rebatió la teoría de la Generación Espontánea, y qué decir del salto de fe que supuso la creación de las vacunas del carbunco y de la rabia, en esta última Pasteur no pudo aislar al microorganismo causante de una de las enfermedades más letales que ha enfrentado la humanidad, esto claro, fue porque se trata de un virus, que no sería descubierto sino hasta la llegada de la microscopía electrónica.
Sin embargo, Pasteur confía en su instinto a pesar de no tener al germen. Para De Kruif Pasteur es el representante de una cacería de microbios realizada al azar y fundamentada en las corazonadas y la publicidad.
Tocante a Robert Koch, Paul de Kruif nos lo presenta como un hombre lógico, frío, retraído, cuando no malhumorado, ensimismado, y que sin embargo este mismo ensimismamiento lo lleva a repetir, una y otra vez, los experimentos que lo llevarán a descubrir el bacilo del carbunco y el de la tuberculosis, uno de los más difíciles de aislar. Pacientemente Koch repite las inoculaciones en animales, esta paciencia y monotonía le permite incluso detectar las potenciales fallas en sus estudios.
Cuando Koch por fin presente sus resultados en público, estará seguro de que sus experimentos están bien hechos y tendrá argumentos para contestarle a aquellos que quieren rebatirle sus ideas, no por nada sus famosos cuatro postulados estuvieron vigentes por mucho tiempo, pues estaban respaldados por miles de repeticiones del mismo experimento. Koch representó, de acuerdo con De Kruif, el cazador de microbios verdaderamente científico, con la seguridad propia que sólo se puede obtener cuando se realiza un procedimiento de manera sistemática y estandarizada.
Lo que De Kruif no nos cuenta es la intensa y enconada rivalidad que tendrían luego Koch y Pasteur. La segunda mitad del siglo XIX, en la que la revolución de los microorganismos como causantes de enfermedad vivió su época de oro, fue un periodo en el que coexistieron grandes genios de la Medicina, como Semmelweiss, Virchow, Lister, Snow o Nightingale, por citar a unos pocos, quienes coincidieron en los numerosos congresos en los que presentaban sus trabajos, y Koch y Pasteur no fueron la excepción.
Fue a petición del propio Joseph Lister que Koch acudió a Londres, la cuna de la Salud Pública, en 1881, a presentar su trabajo en un método para tinción de bacterias, y para ese tiempo tanto Koch como Pasteur estaban en el inicio de sus carreras. El propio Pasteur también acudió al evento, presentando los resultados de su vacuna con bacilos atenuados de carbunco, y si bien en ese momento Pasteur elogió a Koch, lo cierto es que luego Koch y sus colaboradores publicaron un artículo criticando el método de trabajo de Pasteur, señalando que no había descubierto nada nuevo. Pasteur contestó al artículo al año siguiente en Ginebra, en un congreso al que Koch también asistió.
Aquí conviene señalar que lo que parece fue un simple error de traducción dio lugar a una amarga rivalidad con amplias consecuencias en la historia, la frase “recueil allemand” dicha por Pasteur, que significaría compilado o colección de trabajos alemanes, fue entendida como “orgueil allemand”: alemán orgulloso, algo que irritó a Koch causando una agresiva respuesta. El francés y el alemán aparte cargaban consigo sus nacionalismos, exacerbados por la memoria de la guerra franco-prusiana de la década anterior.
Pasteur, que aparte no entendió la respuesta de Koch, se sintió sorprendido, y a partir de ahí hubo una serie de criticas y descalificaciones mutuas en asuntos como el carbunco, la rabia, la tuberculosis y la calidad de la cerveza de cada país (mejorada por los métodos microbiológicos de ambos).
Luego se enfocaron en el cólera, ambos investigaron la enfermedad por su cuenta, sin embargo, el victorioso fue Koch, con su metodología minuciosa de trabajo. Pasteur al verse superado decidió apostarle a la rabia, que sería una de sus más grandes hazañas.
Solo en el ocaso de sus vidas se hicieron algunas concesiones: Pasteur reconoció que los métodos de trabajo de Koch eran superiores, mientras que Koch adoptó la metodología para crear la vacuna de la rabia desarrollada por Pasteur. Décadas después de que ambos murieran, los Institutos Koch y Pasteur han trabajado, tanto juntos como por separado, en la investigación de muchas enfermedades y medicamentos.
Pocas veces en la historia de las ciencias se vio una rivalidad tan enconada y a la vez tan productiva para la humanidad. Joseph Lister, en 1901, nos resume la importancia complementaria de ambos genios: los conocimientos acerca de la tuberculosis y la positiva perspectiva sobre la prevención de misma se debían a Robert Koch, por descubrir el agente causal de la tuberculosis, y a Louis Pasteur, por ser capaz de demostrar que el microorganismo causante no se generaba en el cuerpo de manera espontánea.
Paul de Kruif apenas nos dice un poco sobre la rivalidad de ambos héroes de la lucha contra los microorganismos patógenos, y romantizó sobre manera a los dos, atribuyéndoles pensamientos que nunca sabremos si tuvieron, o colocándoles frases que tal vez no hayan dicho. En su defensa debemos decir que Cazadores de Microbios sigue siendo un libro indispensable en la comunidad científica, y como curiosidad histórica, este ensayo se cierra señalando que Paul de Kruif sirvió en México, en la Expedición Punitiva contra Pancho Villa, en 1916, una década antes de crear su libro.
Bibliografía
1. The British Congress on Tuberculosis and the Public Weal. (1901). The Lancet, 158(4065), 215.
2. Chernin, E. (1988). Paul de Kruif’s Microbe Hunters and an Outraged Ronald Ross. Clinical Infectious Diseases, 10(3), 661–667.
3. Ullmann A (2007). Pasteur–Koch: Distinctive Ways of Thinking about Infectious Diseases. Linguistic misunderstandings along with genuine scientific differences over virulence and immunity drove the two geniuses apart. Microbe. Volume 2, Number 8. 383-387
4. Emerich JS, Richter C (2019). Paul de Kruif and Microbe Hunters. The American Association of Immunologists. January/February 2019, pages 20–23.
5. De Kruif P (1926). Los Cazadores de Microbios. Editorial Leyenda. México, D.F., 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario